ANTES

Me llevaba fatal con la soledad. Digamos que no tenía una relación demasiado cordial. Parecía y padecía que el estar sola como un estigma social del que había que huir. Le tenía pánico. Y a la vez, a la vez notaba que mi circulo de relaciones disminuía. No paraba de echarle la culpa a mi cuerpo, a mi imagen, a mi excesiva seguridad, al mundo en general.  Y claro, esto no era más que la punta de un iceberg, cuyo fondo era una autoestima “tocadita” con una percepción distorsionada de mí misma, y, al mismo tiempo mantener unas exigencias perfeccionistas sobre lo que debería ser y lograr: adelgazar y aumentar mis relaciones sociales para alejarme de la soledad.

AHORA

Me conozco más, confío más en mí, he mejorado en mi autoestima, he pasado de la confusión, desorientación y angustia al reconocimiento verdadero del problema y el posterior paso a la determinación de actuar contra ello. En este momento siento mucha paz y felicidad. Ahora estoy en el mejor momento interior de mi vida y afronto el presente y el futuro con alegría, amor, gratitud y sobre todo mucha serenidad.

Mujer que ha abandonado la triste soledad por la felicidad propia.

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